miércoles, 31 de julio de 2024

No hay vacas sagradas

Por Federico Pinales.

Ya la justicia americana habló y demostró que en Los Estados Unidos de Norteamérica no hay vacas sagradas.

Condenó a un expresidente poderosísimo y a un famoso senador en pleno ejercicio, por evasión, corrupción y otros delitos criminales, sancionados por varios jurados independientes, en los estados de Nueva York y New Jersey, donde los fiscales y los jueces tienen los juegos pesados, y los jurados no se dejan chantajear ni presionar.

El expresidente Donald Trump, del Partido Republicano y el senador Bob Menéndez, del Partido Demócrata, han sido las dos piezas claves que ha escogido el sistema de justicia americano para demostrarle al mundo que en ese país nadie está por encima de la Ley.

Sobre Donald Trump pesan 94 cargos o acusaciones criminales, y ha sido declarado culpable de 34 de ellos, además de varias condenas por casos civiles, por los que deberá pagar, en conjunto, más de $500,000,000.00 (quinientos millones de dólares, en la ciudad de Nueva York.

Mientras que Bob Menéndez fue declarado culpable de 16 cargos, por un jurado de New Jersey, por cometer actos de corrupción.

Menéndez está contemplando renunciar a su cargo de senador, pero Donald Trump insiste en tratar de conquistar nuevamente la presidencia de los Estados Unidos, para auto indultarse de todos los cargos que pesan en su contra.

Si por casualidad del destino y del voto irresponsable y cómplice, Trump resultare victorioso, la justicia americana se lavaría las manos como Pilatos.

Mientras que los votantes xenofóbicos, racistas, anti migrantes y evasores de impuestos se anotarían una victoria local, pero dejarían muy mal parada su imagen internacional, al quitarse la careta con la que han tratado de confundir al mundo durante años.

La pelota está en la cancha, a disposición de los mejores. De los hombres y mujeres de principios y valores.

La presente campaña electoral no es una simple competencia entre una exfiscal persecutora, vice presidenta y senadora, contra un expresidente convicto. Es una lucha entre el bien y el mal, de cuyos maleantes Dios nos debe librar.

 

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