martes, 25 de agosto de 2020

Que se investigue esa fortuna

Por Teófilo Torres

La vieja y tradicional mala costumbre que siempre ha prevalecido en nuestro país de apañar a las personas que se hacen ricos en el desempeño de una función pública debe terminarse de una vez y para siempre.

No sancionar, sin enviar a la cárcel a cumplir una pena ejemplarizante, a quienes han delinquidos para hacerse millonarios desde una posición en la administración pública constituye un metamensaje para que otros hagan lo mismo en el futuro.

A esa mala costumbre hay que ponerle un stop !Pero ya!

En la pasada gestión de gobierno que encabezó el señor Danilo Medina, esa mala práctica se convirtió en una epidemia desde arriba hasta abajo.

Echaron todos sus escrúpulos al zafacón.

Muchos personeros peledeístas enquistados en la estructura del poder gubernamental se enloquecieron y la vanidad de riquezas materiales los empujó a usar el poder para proveerse de cuantos medios estuviese a su alcance para levantar un patrimonio particular muy descomunal y grosero.

Investigar la procedencia de la fortuna acumulada por esos perversos y malos dominicanos es una tarea que ahora tiene la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción Administrativa (PEPCA) para que se establezca un verdadero régimen de consecuencias y esas acciones delictivas sean sancionadas drásticamente, conforme lo establece nuestra normativa penal.

A tales efectos, en cuanto respecta a Higüey, no cabe la menor duda de que el caso más notorio y evidente de una acumulación de riqueza meteórica y sinigual la constituye nada más y nada menos que la del destituido miembro del Ministerio Público Lucas Evangelista Pérez José, cuya multimillonaria fortuna la estruja con todo desparpajo a la vista de la sociedad higüeyana.

Tras su nombramiento como Procurador Fiscal de La Altagracia, en agosto del 2004, con la llegada al poder del PLD, y su permanencia como miembro del Ministerio Público, hasta ahora el 22 de agosto del 2020, resulta extremadamente inexplicable y sorprendente la transformación económica del cielo a la tierra que experimentó este flamante personero.

Produjo el gran salto del banco de los pobres al club de los ricos.

De esa metamorfosis económica y social hace gala y ostentación, sin ningún escarceo, con parafernalia y bullying en todos los escenarios más exquisitos del ambiente social higüeyano.

Tanto es así, que los cuerpos del delito de sus bellaquerías está a la vista de todo el mundo.

El patrimonio material fomentado por Lucas Evangelista Pérez José, mientras se desempeñó durante 16 años como Ministerio Público, no hay forma alguna de justificarlo. Su único ingreso económico legal en ese tiempo debió ser su salario.

La Constitución de la República establece en el artículo 146, numeral 1) que “ Será sancionada con las penas que la ley determine toda persona que sustraiga fondos públicos o que prevaliéndose de sus posiciones dentro de los órganos y organismos del Estado, sus dependencias o instituciones autónomas , obtenga para sí o para terceros provecho económico.”

La relación de su ingreso, conforme al salario que percibía, respecto al patrimonio de bienes muebles e inmuebles acumulados desdice mucho de su pulcritud y transparencia en su paso por el Ministerio Público, muy diferente a otros iguales que ocuparon la misma función en otras jurisdicciones, quienes no tienen la misma “suerte” de mostrar tan rimbombante riqueza.

Siendo así las cosas, entonces éste es un caso de fácil solución.

!A la cárcel los corruptos!

El autor es periodista y abogado

 
elpidiotolentino@hotmail.com; elpidiotolentino@gmail.com

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