martes, 30 de agosto de 2022

Cómo voy a ganar si no tengo nada de carisma

Juan Francisco Melo.

No hay un modelo constante de carisma. La combinación de atractivo y química es una cualidad que se expande y cambia a medida que cada nuevo líder político crea su propia forma de carisma, el carisma no es un modelo, una regla, una forma de hacer política, tampoco es propiedad de nadie, el carisma es usted, es suyo, solamente tiene que innovar y diferenciarse con su propio estilo.

Los votantes norteamericanos han tenido un modelo de un tipo de carisma, joven, buen mozo, fino, educado, aristocrático como Kennedy, pero no es así. De la misma manera en que el carisma es una atracción indefinible, sus formas son infinita y variadas.

El requisito al carisma no es ninguna atracción mística, ni narcisista, sino más bien que los votantes estén de acuerdo con usted y les guste lo que trata de hacer. Una vez que hay una simpatía básica con su objetivo, direccion y política, los votantes buscarán sus rarezas y excentricidades y declararán que son carismáticas.

Vamos analizar algunos líderes carismáticos.

Harry Truman parecía pequeño en todo el sentido de la palabra cuando fue el sucesor de Franklin Delano Roosevelt. 

En lugar de la rica y suave voz carismática de Roosevelt, Truman tenía un acento nasal estridente y áspero. Pequeño tanto en su estatura física como política, un ex propietario de una tienda para caballero, parecía todo lo contrario a Roosevelt. Pero a medida que Truman ganó popularidad, su acidez, disposición a hablar claro y su tendencia a volverlo locos, lo hizo entrañable para los votantes. Una nueva forma de carisma.

La sonrisa de Eisenhower y sus modales de tío protector lo convirtieron en su propia forma de hacer carisma. Lo contrario del brillo de la juventud de Kennedy, el encanto amistoso de Eisenhower se mostraba en su famosa sonrisa.

La popularidad de Ronald Reagan, se multiplicó cuando la bala del asesino no alcanzó su corazón, su ocurrencia, su calma, su confianza en si mismo, su ferviente deseo de que los médicos fueran republicanos, crearon una atracción carismática y su sentido común lleno de ingenio lo hacían irresistible para el votante medio.

Incluso George Bush se volvió carismático cuando se enfrentó a Saddan Hussein. Su voz quejosa y aguda dejó de ser molestosa al oído y convirtieron su imagen como la de un pastor evangélico enfrentándose ferozmente con el pecado.

Poco vieron a Clinton cómo un carismático antes de su reelección en 1996, los votantes pensaban que era simpático, verborreoso, cariñoso, pero nunca carismático. Cuando en 1996 desarrolló su propio carisma, su simpatía, su dignidad, había reemplazado la imagen del político malo y narcisista.

Obama tenía todos los pronósticos en su contra, pero su capacidad de conectar con el votante y su carisma fue suficiente para ganar la presidencia de EUA.

Los políticos impopulares que son carismático descubren que su propio carisma opera como un factor negativo, dándole un aspecto de superficial, demagogo y un individuo que parece cabeza vacía .

El carisma es el más elusivo de los rasgos políticos porque no existe en la realidad, sino solamente en nuestra percepción una vez que un candidato lo ha conseguido por medio de empatía con un trabajo duro y buenos temas.

Olvídese de ir al salón o peluquería para parecerse a Kennedy, a Clinton o a Obama. No se preocupe por tener la mejor voz, ni ser el más elegante, mejor vestido, el más atlético.

Mire a Mujica en Uruguay a Lula en Brazil o Donald Trump, sea auténtico, pero sea bueno en lo que dice y en lo que hace.

Usted puede creerse un líder carismático, pero siga creyendo bajo su propio riesgo.

Juanfmelo.

 

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