lunes, 10 de febrero de 2014

Chácharas: el secreto de un delivery (cantinero) de zona franca

Por Henry Osvaldo Tejeda

Escuchaba hace días a unos amigos mientras contaban anécdotas de viejas vivencias, unos sentían nostalgia por no ver cosas que antes veían y se usaban, a otros, le parecían risibles situaciones que se daban antes y que ahora parecen tan ridículas y otros se reían a carcajadas al recordar muchachadas que otros contaban, en fin, fue una conversación de lo más amena y sumamente jocosa.

Comentaba uno, sobre el "Delivery" que llevaba la comida a los obreros de zona franca de La Romana. Era un motorista que, con un racimo de cantinas de comida en cada lado del motor como si fueran árganas de las que les ponen a los mulos y burros de reatas, iba rumbo a la zona franca, ubicada en la parte Este del pueblo. 

Esa comida tenía que llegar calentita para así evitar el boche del obrero, por su tardanza. 

Este motorista, parece que siempre estaba contra el tiempo porque las veces que lo vi, iba como honda que lleva el Demonio a una velocidad que apenas le daba tiempo para esquivar los vehículos a los que rebasaba temerariamente, pero no todas las veces se salía con la suya ya que, de vez en cuando, sufría uno que otro contratiempo.

Fueron muchas las veces que los obreros (no digo obreras, porque cuando digo "obreros", me refiero a todos como algo genérico, no comparto la chabacana modalidad de que cada vez que se habla de "uno" haya que decir "una"; eso se lo dejo a los políticos que son los que se hacen los graciosos con esa pendejada). Eso solo contribuye a alargar los discursos: 
"....porque algunos y algunas bla bla bla, quieren que ellos y ellas bla bla bla......... Esa vaina repetitiva simplona es absurda y de mal gusto.

El obrero, acaba de recibir del delivery la cantina con su comida y luego de probar unos cuantos bocados, toma su celular y vean la conversación entre él y su esposa que, en ese momento, está en la casa:

_ Aló, Tomasa, dime una vaina, qué carajos fue lo que cocinaste hoy?
_ Oh, papi, lo mismo que acordamos anoche que te iba a cocinar, por qué?
_ Pero tú parece que mientras hablábamos de eso anoche, tú estabas pensando en algún chulo, porque en esta cantina yo no veo nada de lo que hablamos. ¿Será que te inventaste un chofán dominicano?
_ Pero Lucas, no te entiendo, tú me dijiste que te hiciera un arroz blanco con habichuelas, carne de pollo y un poco de ensalada, sin remolacha porque yo sé que tú odias el color morado, no cociné otra cosa rara.

El tipo sigue encojonado mientras habla con la esposa, escupe una piedrecita, luego se saca de la boca un ripio que parece una hilacha de "suape".

_ Coño, maldita sea Tomasa! Aquí no hay nada de lo que te dije que cocinaras; el arroz está morado, aquí hay bacalao, y hasta un trozo de chicharrón, dime ahora, ¿cuándo te dije yo que cocinaras toda esa mierda?
_ Bueno Lucas, yo soy una mujer muy seria, si no crees en mi, vamos a dejarnos porque no aguanto más. Averigua qué carajo fue lo que pasó, puede que te hayan dado la cantina de otro.
_ Qué otro ni otro, si aquí estoy viendo mi nombre bien clarito en todas las cantinitas.

Nadie se imaginaba qué había sucedido; otros obreros se encontraron rara la comida pero no decían nada, se limitaban a comentar por lo bajo:
"Diablos, yo le dije a mi mujer que me mandara hoy bacalao, y me lo cambió por pollo, cuánto me ama esa chula.

Otro pensaba: "Luisa sabe bien que a mí no me gusta el pollo ni la ensalada verde, le dije que me cocinara un chicharroncito y la loca esa me mandó precisamente lo que no me gusta. Aquí veo pollo y hasta un trozo de arenque. ¡Diablos, la mato desde que llegue!

Qué pasó para que se diera esta situación que acabo de narrar? 
El motorista delivery, en una de esas alocadas piruetas, vueltas y "quisondas" para evitar el tránsito de los vehículos, se estrelló contra una pared y se le regó en el pavimento todas las cantinas. Asustado, empezó a recoger la comida la cual echaba en la primera cantina que le quedaba más cercana. 

Así fue echando comida hasta que cada cantina tenía más o menos la cantidad suficiente para que el destinatario no sospechara que no era esa comida que le habían mandado. Así salió del apuro. 
¿Sólo él sabía cuántas veces hizo esto?


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