Oscar López Reyes.
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Desde 1954, Ignacio López Amador se mantuvo en guardia, en el más prudente enmudecimiento, en la base principal de la Fuerza Aérea Dominicana, escenario de las más resonantes asonadas y los crímenes más espeluznantes. Este miliciano saludó militarmente a Trujillo Molina y a su supuesto hijo, Rafael L. Trujillo Martínez (Ramfis), pero no supo lo más mínimo sobre esa criatura de la infidelidad y nos revela, en la tónica de la insistencia, que muchos de los asesinatos no se registraron en esas instalaciones, sino en la finca del jefe, en Hainamosa.
En 1928, siendo secretario de las Fuerzas Armadas, Trujillo Molina tuvo “un romance extramarital” con María de los Angeles Martínez Alba (La Españolita), quien estaba casada con el capitán cubano Rafael Dominici. En ese trance vino al mundo Rafael Leónidas (Ramfis), el 5 de junio de 1929. ¡Agua Tata, agua Mana!
En círculos íntimos se propagó -en los ladrillos de la precaución- que Ramfis era hijo de Dominici, a quien ojos macabros desaparecieron sin dejar rastros. Posteriormente, el periodista Jesús de Galíndez documentó el caso, tras conocer una trama en su contra puso pies en polvorosa y en la revista cubana Bohemia publicó el artículo “La opereta bufa de Trujillolandia”. A raíz de la revelación del adulterio, fue secuestrado en Nueva York, el 12 de marzo de 1956, en un operativo coordinado por el general Arturo Espaillat y Félix W. Bernardino.
A Galíndez lo trajeron a la República Dominicana en un avión, llevado a la estancia Fundación, en San Cristóbal, donde fue presentado drogado ante el dictador, que intentó meterle en la boca el libro que escribió, “La era de Trujillo”; lo golpeó y ordenó que se lo tiraran a los tiburones que amamantaba en el río Nigua. Luego fueron ejecutados el piloto norteamericano que lo transportó, Gerald Lester Murphy; el copiloto de la Aviación Militar Dominicana Octavio de la Maza (“ahorcado” con una puñalada en el pecho), Félix Hernández Marquez (El Cojo) y Gloria Viera, con quien Galíndez procreó un vástago.
Otro periodista, José Almoina Mateos, secretario particular de Trujillo, tras enterarse de una urdimbre mortuoria del tirano en su contra, se batió en retirada del país, cargó con una maleta llena de papeles, en el periódico cubano El Crisol publicó un artículo sobre la ficticia paternidad y el libro “Una satrapía en el Caribe”. Este también fue abatido a tiros, en México, el 4 de mayo de 1960, en una acción fraguada por Johnny Abbes García, jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), y coordinado por Carlos Meo Franchetti, cumpliendo una orden de Trujillo Molina.
Oficialmente, el gobernante absolutista contrajo matrimonio con María Martínez Alba, en 1935, y reconoció como primogénito legítimo a Trujillo Jr. o Ramfis, quien a los 4 años fue designado coronel y a los 9 ascendido a general de brigada. Ostentó el cargo de jefe de Estado Mayor, Comandante Conjunto de las Fuerzas de Aire, Mar y Tierra, desde el 4-06-1952 hasta el 28-08-1958.
Antes y después de 1958 tuvo andanzas delictivas, bohemia de orgías junto a Porfirio Rubirosa por Estados Unidos, Paris y Bélgica, donde recibió tratamientos psiquiátricos, que incluyó electroshock. Regresó a la República Dominicana tras el ajusticiamiento de su padre y con bestialidad tomó las riendas del gobierno: el 18 de noviembre de 1961 personalmente presenció, en la Hacienda María, el fusilamiento de Roberto Rafael Pastoriza Neret, Pedro Livio Cedeño Herrera, Luis Salvador Estrella Sadhalá, Modesto Díaz Quezada, Huáscar Antonio Tejeda Pimentel y Luis Manuel Cáceres Mitchel (Tunty), héroes del 30 de mayo.
(Ramfis falleció a los 40 años (el 28 de diciembre de 1969), en un accidente de tránsito en Madrid, España).
¿Cómo era Ramfis….?
Sacándole las palabras debajo de la lengua al capitán retirado Ignacio López Amador (La Guázara, Barahona, 11 de marzo de 1936), porque arrastra el shock, como una laceración de la época miliciana, hasta estos días. Apostilla que “Ramfis no era fácil, nunca lo vi riéndose. Era respetado. Me daba cuenta cuando llegaba a la base aérea de San Isidro por los floreos o toque de la corneta, y entonces lo veía”.
Todavía sugestionado por la caverna de ese túnel, se expresa maticulosamente: “Ese hombre no hablaba con nadie. Se limitaba a dar el saludo, y respondía con el saludo militar, con la mano derecha en la frente”.
Haciendo gestos merodeando temporalmente en episodios abominables, acota que “Yo me cuidaba. No hablaba lo que oía y veía ni con la esposa, porque eran cosas peligrosas. El que se metía en esos asuntos, perdía la vida”.
Admite, sin reservas, que al “mirar a Trujillo, cualquiera temblaba”.
Era tal el miedo, que a este no llegó a darle la mano. Un día de 1957, el mandatario llegó sorpresivamente, como a las 7 de la mañana, a la base aérea de San Isidro para saber por qué un grupo de militares estaba preso. El general Renato Hungría Morel, integrante del alto mando, a quien López Amador servía de chofer, le mostró la lista con los nombres de los prisioneros, y le fue explicando la razón del encarcelamiento de cada uno de ellos. Se marchó, convencido.
Luego “supe que al jefe le habían mandado un pasquín” sobre los reclusos.
Machacaba, espontáneamente, que al “mirar a Trujillo personalmente, cualquiera se asustaba”.
Cuando los expedicionarios de1959 escuché que un grupo fue torturado y fusilado en el kilómetro 9 de la carretera Mella, y otro en Hainamosa, en la finca de Trujillo padre. Anota que de esos y otros aniquilados sabían muy poco los que vivían en la residencia de los oficiales y los que vivían en el barrio de los alistados.
Previo a las crueldades, López Amador estuvo como chofer de un jeep en el frente de Estero Hondo, donde se relacionó con Miguel F. Rodríguez Reyes (asesinado en 1962 en Palma Sola, San Juan), quien se destacó en la persecución de los patriotas llegados de Cuba.
Con la citada función también laboró con el mayor Víctor Elvis Viñas Román, antes de ser secretario de las Fuerzas Armadas. Tanto este como Renato Hungría Morel, entonces jefe de Estado Mayor del Ejército, participaron en el golpe de Estado contra el profesor Juan Bosch, en 1963, en compañía de otro jefe de Estado Mayor de la Aviación Militar Dominicana: Atila Luna Pérez.
En el fragor de la revolución de 1965, se desempeñó como chofer del mayor Mario Imbert Macgregor y su hermano Alfredo Imbert Macgregor, quienes más tarde llegaron a ser jefes de Estado Mayor de la Fuerza Aérea, así como con el capitán Elías Wessin y Wessin, con quien venía en un jeepecito desde Barahona a la capital.
Igualmente, integró el equipo de guardaespaldas de la primera dama Doña René Klang de Guzmán, esposa del presidente Antonio Guzmán Fernández, en cuyo gobierno conoció al doctor José Rafael Abinader, “quien me causó una buena impresión”.
Trujillo/Ramfis y Abinader
En un balance epocal, el capitán retirado Ignacio López Amador establece -con voz tenue y sin muletillas- una diferencia abismal entre el gobierno de Trujillo Molina y su hijo Ramfis con el de Luis Abinader Corona, a quien tiene la confianza de solicitarle un aumento de su pensión de 18 mil pesos mensuales, lo que jamás se atrevería hacerles a los primeros, aunque revivan.
Jubilado en 1985 después de 31 años de servicio en la Fuerza Aérea, donde nunca le informaron sobre la muerte de Trujillo, este miliciano trigueño acota que durante este y otros gobiernos “demostré que no ha existido otro guardia más serio que yo”, y como prueba es que “vivo humildemente”.
El 2016 le tonificó como un bálsamo que fluye con aire puro: en la campaña de ese año “hablé con Luis Abinader durante un largo rato”, en el sector Los Trinitarios; “noté la tremenda diferencia incluso con Leonel Fernández y Danilo Medina”, que en el 2020 votó por el actual mandatario, “por ser hijo de un hombre muy serio como el doctor José Rafael Abinader, funcionario de Antonio Guzmán Fernández, y porque andaba con Hipólito Mejía”.
Como si se sacudiera, en la ranura de la traslación de una etapa ominosa a otra de gobiernos populares y en libertad, deja caer su vocabulario con sencilla modulación: “Trabajé con los jefes, no tengo tacha y sí la frente en alto, lo que llevo como orgullo. El guardia tiene que ser serio, y no acepto el comportamiento de algunos guardias de este tiempo”.
Y, sin intensidad ni pomposidad verbaliza, a sus 86 años de edad, que “me gusta la forma de este gobierno, y estoy convencido de que el que roba va para la justicia”.
Entonces vuelve con el doctor José Rafael Abinader: “conocí al papá del presidente como un hombre noble y serio, y su hijo le sigue los pasos. A nadie le cabe en la cabeza que Luis Abinader va a robar, jamás”.
Como criatura niña linda de Trujillo Molina, en las décadas de 1950, 1960 y 1970, la Base Aérea de San Isidro fue el centro de la contrainsurgencia militar y, por su consanguineidad política, ha sido la cuna de acontecimientos horripilantes, que han estremecido la conciencia nacional:
1.- 1959: masacre de los héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo.
2.- 1961: Plan del jefe de la Fuerza Aérea, José Arismendy (Petán) Trujillo; de Ramfis y Héctor Bienvenido (Negro) Trujillo para fusilar a Joaquín Balaguer, presidente de la República; a Viriato Fiallo y a los líderes del Movimiento 14 de Junio. La conjura fue abortada por la rebelión de un grupo de pilotos, liderada por el general Pedro Rodríguez Echavarría, el 19 de noviembre de 1961, que contribuyó con la salida del país de los descendientes del tirano.
3.- 1962: Masacre en el Parque Independencia, con cinco muertos y numerosos heridos, en la intensificación de la violencia contra opositores por disposición del duó gobernante de la transición trujillista, el presidente Joaquín Balaguer y el mayor general Pedro Rodríguez Echavarría, jefe de las Fuerzas Armadas, concentrado en San Isidro.
4.- 1963: Participación en el golpe de Estado al presidente Juan Bosch, por militares vinculados a la Fuerza Aérea, como Elvis Viñas Román, ministro de las Fuerzas Armadas; Atila Luna Pérez, de la Fuerza Aérea y Renato Hungría Morel, también de esa institución.
5.- 1963: Fusilamiento en La Manacla de Manolo Tavares Justo y otros guerrilleros del Movimiento 14 de Junio, por órdenes de Ramiro Matos González, oficial de la Fuerza Aérea.
6.- 1965: Bombardeos de la capital, masacre de cientos de dominicanos y solicitud de intervención militar de Estados Unidos, tras la revuelta popular para reponer a Bosch en el poder, encabezada por el general Elias Wessin y Wessin.
7.- 1965: Junta Militar, presidida por Bartolomé Benoit (F.A.D.), Gobierno de Reconstrucción Nacional, integrada por este y otros militares.
8.- 1970: Asesinato del periodista Enrique Piera Puig, por una orden impartida por los generales paracaidistas Salvador Lluberes Montás (Chinino) y Eladio Marmolejos.
9.- 1975: Asesinato del periodista Orlando Martínez, por disposición del jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea Dominicana, mayor general Salvador Lluberes Montás (Chinino), quien actualmente reside en Casa de Campo, en La Romana.
Trujillo Molina y su imaginario hijo Ramfis son un espejo palpable de cómo enflaquecidos mentales llegan a subyugar a toda una Nación, desfloran su institucionalidad y se burlan, en el letargo de la opresión más despiadada, de hombres dignos y respetables. ¿Cómo es posible que uniformados mayores de edad tuvieran que hacerle el saludo militar a un niño de 4 y 9 años investido de coronel y general de brigada? Taimado, enajenado sexual, desvalijador y homicida, el autócrata no dejó otra alternativa que morir, indispensablemente, bajo el fuego incandescente de las balas…
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