Juan Francisco Melo.
La imagen reina de manera suprema en nuestra forma de hacer política, no debería, pero es así. Guiándonos por las normas y principios de la publicidad comercial, donde la imagen es todo.
Las campañas políticas apoyadas en imagen ya están desfasadas y la imagen es un apoyo de una campaña, no la parte más importante de una campaña política.
Las elecciones hasta el momento son para decidir quién tomaría las decisiones positivas o negativas en un gobierno, en quien los votantes delegan el poder, pero la nueva generación Milenio están llenos de frustración y la generación Z, es irreverente por la expansión masiva del internet, este nuevo electorado no quiere ceder su papel directo en la determinación de los temas del país a ningún partido ni candidato.
Uno de los motivos por los cuales los políticos al estilo Bill Clinton han demostrado ser menos vulnerable de los ataques de una campaña sucia, es que los votantes no quieren verse en la necesidad de confiar en un candidato para que tome decisiones por ellos, esta generación quiere tener a los políticos con la soga corta.
En la actualidad, la generación 2.00 y la generación 3.00 insisten en que su candidato presenten su programa de trabajo, su visión, sus ideas, los temas y solamente bajo esas condiciones lo eligieran para cumplir su funciones en ese puesto que está aspirando.
La forma más segura de captar a un votante es a través de la educación y no como la dictadura de los 12 años que era enemiga de la juventud y la educación.
Las campañas andan mejor cuando sus ideas hacen que el pensamiento del electorado de un paso de avance, las campañas son el momento oportuno para ayudar al electorado a crecer intelectualmente, los candidatos cuyos mensajes a esta generación le quieren llevar bailes y movimientos que ellos conocen puede generar un rechazo incalculable.
Los votantes saben por el rasgo Darwiniano adaptativo a nuestra época tienen la capacidad de darse cuenta cuando le están mintiendo por la radio, televisión, o Facebook, porque ellos han visto tanta publicidad que ya la ven con escepticismo.
La imagen publicitaria puede satisfacer a un grupo determinado durante algunas horas, pero no funcionan bien a lo largo de la campaña. Los votantes demandan aspectos específicos y quieren contenido porque las elecciones se ganan con verbos, propuestas claras, con temas, no con adjetivos calificativos que halagan al candidato.
A veces el poder de los temas es evidente, cómo ocurre cuando hablamos de aborto, la frontera haitiana, la droga, la policía nacional, alimentación, salud o inflación. Que cualquiera de estos temas tienen tanto poder que por si solo mueven a los votantes positiva o negativamente.
Quien tenga mejor propuesta de los temas será quien ganará las elecciones, sin importar partido, no solamente los temas son más efectivos que la publicidad de imagen para captar votos, sino que son más capaces de explicar el verdadero carácter y personalidad del candidato.
Cuando un candidato dice que tenemos el mejor crecimiento económico, pero el pueblo no crece, se pone en juego su credibilidad.
Cuando un candidato toma un tema en el calor de la polémica, los votantes sienten que es indicador más confiable que tienen de su verdadera esencia. Los votantes saben que han tomado una posición polémica que le ganará enemigos y provocará el rechazo de grupos oligárquicos.
Pero ellos saldrán al frente a protegerlos con votos en la urnas.
Kennedy utilizó el tema de los derechos civiles y lo convirtió en un hombre cauto y valiente. El presidente Lyndon B. Jhonson realizó prevaricaciones en torno a Vietnam y le dieron el calificativo de mentiroso.
En nuestra memoria recordamos los atributos de un político, de tal manera que los votantes aprenden quienes son sus candidatos a través de los temas, entonces no olvidemos la importancia de los temas para fijar el carácter en la mente del votante y luego dispararle los adjetivos calificativos.
Usted puede colocar un millón de afiches y sin temas no logrará motivar el elector, pero usted sigue siendo de la generación paleolítica, pero hágalo bajo su propio riesgo.
Juanfmelo.
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