sábado, 31 de octubre de 2020

BOLIVIA Y CHILE: LA OLA TRANSFORMADORA SE REACTIVA EN NUESTRA AMÉRICA

“No hay dudas de que en forma creciente nuestros pueblos no quieren vivir bajo la recolonización neoliberal ni tutelados por partidocracias conservadoras, cual sea su intensidad opresiva; menos aún cuando la “vuelta al pasado” es peor que un simple retroceso.” 



Por Narciso Isa Conde

El ciclo de rebeldías populares que inició la revolución cubana no se ha cerrado. 

La cuarta oleada transformadora que inauguraron el levantamiento zapatista en México y la insurgencia chavista en Venezuela, se ha reactivado luego de una cadena de reveses a escala latino-caribeña, producto de la contraofensiva imperialista. 

El imperialismo estadounidense no ha podido consolidar los resultados de su contraataque feroz a nivel regional. De nuevo comienza a perder terreno 

Pudo desplazar temporalmente del poder estatal no pocos procesos de autodeterminación y reformas anti-neoliberales, pero sin lograr vencer la resistencia popular a sus designios y sin poder imponer una gobernabilidad colonizadora estable. 

Las diversas modalidades de golpes contra-reformas y contra-revolucionarios, sus variadas fórmulas de retrocesos agravados -todas cargadas de un neoliberalismo más duro, una recolonización más drástica y una alianza público-privada de corte fascistoide y mafioso- han enfrentado altos niveles de impugnación popular; y; en varios casos, han revertido, o están a punto de revertir, la reciente imposiciones imperiales ( México, Argentina, Bolivia y Chile); en otros, la pelea sigue y las protestas se radicalizan en forma recurrente (Honduras, Haití, Paraguay, Brasil, Ecuador, Colombia…) 

El agresivo acoso contra Venezuela bolivariana y Cuba revolucionaria ha devenido en reiterados fracasos. 

Ahora la formidable combinación de avalanchas populares callejeras y “pelas” electorales en Bolivia y en Chile, apuntan hacia un nuevo auge dentro de un largo ciclo de rebeldías populares y hacia una reactivación de su más reciente oleada por la nueva independencia y modelos económicos sociales con justicia social. 

· LA IMPOSICIÓN DE UN NEOLIBERALISMO PEOR, Y UNA RECOLONIZACIÓN MÁS DRÁSTICA, AGRAVAN LA CONFRONTACIÓN. 

El capitalismo imperialista occidental y sus expresiones locales-dependientes no cuentan con fórmulas ajenas a un neoliberalismo altamente desacreditado, repudiado e impregnado del reforzamiento de un “Destino Manifiesto”, que choca frontalmente con las ansias de autodeterminación de nuestros pueblos. 

Pero resulta que a más neoliberalismo, a más conservadurismo (clasista, patriarcal, racista y ecocida…), y a más recolonización, mayor es la tendencia a la ingobernabilidad de los resultados de su rapaz contra-ofensiva y mayor la profundidad de su crisis de decadencia. 

Esto ha sido así -incluso en plazos relativamente cortos- en casos donde los errores, las inconsistencias políticas y las fallas ético-morales de los llamados modelos post-neoliberales y/o progresistas, les facilitaron a EEUU, a las derechas y ultraderechas continentales, retrocesos temporales que no tardaron en recrear la indignación popular; tal y como aconteció en Argentina y como acontece ahora en Bolivia y podría producirse en Brasil, Honduras, Paraguay y Ecuador, entre otros casos no necesariamente idénticos. 

No hay dudas de que en forma creciente nuestros pueblos no quieren vivir bajo la recolonización neoliberal ni tutelados por partidocracias conservadoras, cual sea su intensidad opresiva; menos aún cuando la “vuelta al pasado” es peor que un simple retroceso. 

Es un nivel superior de capitalismo mafioso, de coloniaje, de privatización y saqueo de patrimonio público y recursos naturales; a base de mayor represión con alta dosis neofascista. 

Es un conjunto de vieja y nuevas prácticas de corrupción impune, asociaciones delictivas público-privadas que anulan lo que resta de rol social y nacional del Estado, minería destructiva; privatización del agua, del suelo y del subsuelo; mayor crisis ambiental, alta dosis de racismo, homofobia, xenofobia, violencia de género y manipulación de las pandemias (ahora de la COVID 19) como una especie de ajuste global empobrecedor de pueblos. Todo esto no pocas veces acompañado de una religiosidad fundamentalista inducida desde las jerarquías eclesiales conservadoras y los órganos de inteligencia estadounidense. 

· EL SIGNIFICADO DE LAS CONTRAPARTIDAS POPULARES EN CHILE Y BOLIVIA. 

En Chile la respuesta popular tiene características de “ajuste de cuentas” con la larga oscuridad pinochetista-neoliberal, recientemente recrudecida en su vertiente socioeconómica y cultural por la ultraderecha conservadora; valioso “ajuste de cuentas” desde la indignación popular-nacional acumulada, que apunta hacia una gran transformación constitucional bajo vigilancia y presión extra-institucional del pueblo trabajador y sus diversos movimientos sociales, persistentemente insumisos y movilizados. 

En Bolivia asume la condición de un contundente contragolpe de los pueblos originarios y la sociedad excluida y maltratada, que defendieron con garras anti-imperialistas, en calles, campos y urnas… lo heroicamente conquistado. 

En ambos casos, cada uno con sus particularidades y distancias, están pendientes grandes y diferenciadas transformaciones institucionales y estructurales, cambios profundos en la formación económico-social, en el sistema político y el poder militar. Pero todo eso está en las calles, gestándose un poder popular paralelo, con capacidad de presionar e influir sobre la representación institucional surgida en las votaciones. Importantes aportes al acervo de la creatividad popular latino-caribeña, en gestación también en otros países de la región. 

Es evidente que la radicalidad antiimperialista del pueblo boliviano está por encima de los productos institucionales de estos comicios en cuanto a las tonalidades del nuevo gobierno y a la representación partidista en los organismos del Estado; lo que indudablemente tiene que ver con las características de las fuerzas políticas más influyentes en la competencia electoral propiamente dicha. 

En Chile está pendiente ese tema en cuanto a la representación y correlación de fuerzas en las próximas elecciones a la Convención Constituyente, como también respecto a los contenidos de la nueva Constitución. Pero de todas maneras la fuerzas populares desatadas en las rebeliones recientes y la capacidad demostrada para influir ejerciendo democracia de calle, es una señal esperanzadora; aun con los déficits que presenta frente a la capacidad militar y al despliegue de violencia a cargo de las derechas y EEUU. 

En ambos casos -y en muchos más- sigue presente el reto de la conformación de las nuevas vanguardias antiimperialistas y anticapitalistas con capacidad de acción integral; esto es, avances pendientes en factores de conducción, articulación y creación de conciencia política alternativa en los movimientos sociales en lucha y en todas las fuerzas potencialmente transformadoras, garantía del salto de lo puramente reformista o reformador a lo consistentemente socialista-revolucionario, que incluye lo político-militar. 

Mientras, lo acontecido recientemente, rebasa las fronteras de esos países hermanos, porque además de estimular otros procesos de resistencia e indignación popular, revela que en Nuestra América está nuevamente en tren de convertir en realidad el ideal bolivariano y guevarista de forjar una Patria Grande Liberada del Norte Revuelto y Brutal y su “Destino Manifiesto” bajo el ominoso lema de “América para los gringos”.

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