Oscar López Reyes.
En las últimas tres décadas, la cantidad de obesos en el mundo se ha duplicado, y cada día existirán más personas desmesuradas físicamente. Las proyecciones indican que en el año 2030 más del 50% de la población mundial estará compuesta por gordos.
Un estudio del imperial College de Londres señala que en 1980, un 5% de varones y un 8% de mujeres en el globo terráqueo eran obesos. Para el 2008, las tasas habían subido casi el 10% para hombres y el 14% para mujeres.
Ser gordo conlleva no sólo a riesgo de salud y a la reducción de la esperanza de vida, sino también a grandes inversiones económicas para la familia, las empresas y la sociedad.
Los empleados con libras de más incrementan los gastos médicos de las empresas y resultan ser menos productivos, particularmente porque se ausentan más de sus tareas cotidianas para acudir al médico.
Las investigaciones señalan que quienes acumulan grasas en forma excesiva o anormal, gastan más dinero que los que consumen alcohol o cigarrillos, y que los gordos a la vez han motivado la elaboración de una gama de productos especiales, que hace más dinámico el mercadeo contemporáneo.
Todo esto quiere decir que desde hace un tiempo, las empresas rechazan a las personas entradas en edad, y ahora están discriminando a las que exhiben cuerpos voluminosos, lo que significa que la gordura constituye un problema de salud pública y laboral.
Más que criticar a las unidades productivas que así actúan, ustedes y nosotros debemos tomar esta advertencia en serio, y comenzar a reducir el consumo, para tener trabajo, gastar menos y vivir más.
Y la clave está en el cambio de hábitos de consumo.
Siempre hemos oído decir que nadie se muere la víspera, sino el día y que ante las crisis más agobiantes aparecen las soluciones más fantásticas.
Los latigazos del petróleo y la escalada alcista están haciendo que muchas personas cambien sus comportamientos, sean más austeras, más racionales y menos andariegas.
Como van las cosas, muy pronto veremos que el flujo de vehículos bajará y que los tapones serán más suaves. Los carros pequeños se pondrán cada vez más de moda.
A la vez, las empresas tendrán que aplicar más intensamente el marketing, a través de los anuncios de descuentos; fabricarán artículos más pequeños, reducirán sus portafolios de productos y buscarán mecanismos publicitarios más económicos.
Las marcas de lujo y las grandes plazas tienen que poner sus barbas en remojo, porque todo indica que en los meses y años venideros los consumidores preferirán los establecimientos más pequeños y cercanos. Ya las discotecas están siendo sustituidas por los colmadones.
Lo suntuoso y caro están moribundo, y muy pronto sus restos serán colocados en museos. Es tiempo de trabajar con lo barato, de reducir las ganancias y aplicar estrategias de marketing, para poder sobrevivir…
Cordialmente,
Oscar López Reyes
Periodista-mercadólogo, escritor y articulista de El Nacional,
Ex Presidente del Colegio Dominicano de Periodistas.
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