Observo en el ambiente, un silencio complaciente, sobre el reguero de gente, que murió en aquel fatal accidente, provocado por la avaricia de un empresario negligente e indolente, respaldado por los sectores pudientes, incluido hasta el señor presidente.
Su defensa pública fue tan firme y coherente, que amenazó a mucha gente, a modo de chantaje, lleno de furia y coraje, que un día dijo sin ambages, por radio y televisión, que el desplome del Jet Set fue producto de una explosión.
Tiene la dicha de contar con un subalterno en una de sus emisoras, que llegó a amenazar a periodistas y a los sectores que estaban clamando justicia, con que “en algún momento se irían viendo” las caras frente a frente, para demostrarles que el protegido empresario era “inocente”.
No sabía que el sentido de lealtad y agradecimiento, podría llevar a un elemento, de tanta inteligencia y talento, a rodar por debajo del cemento, para quitarle de encima las pestilencias, a un ser humano sin piedad ni conciencia, responsable indirecto de la peor tragedia humana, registrada en la República Dominicana, con un saldo de 236 muertos y una cantidad indeterminada de heridos.
Ese lamentable caso algo importante trajo y fue que a las autoridades las puso a exhibir sus verdaderos “refajos”, demostrando una vez más lo poco que importan los de abajo.
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