lunes, 10 de agosto de 2015

NEUROMARKETING DEL OLFATO PARTE 9

Lic. Juan Francisco Melo


Odoríferas que transporta el aire llegando a estas se elaboran los estímulos nerviosos, que pasan al bulbo olfatorio para que los clasifique y procese antes de enviarlos al cerebro a través del nervio olfativo. 

En este sentido, el marketing olfativo consiste en relacionar un concepto de producto con un aroma específico. 

Lo que se busca es crear un vínculo emocional entre la empresa, el producto o servicio y el cliente por medio de la aromatización. Pero no se trata solo de la aromatización transitoria de los ambientes, sino de una aromatización permanente y característica de los artículos que salen del mercado; así, cada vez que el cliente, en este caso un producto político, se encuentra frente a ese olor, se estimulan ciertas emociones y recuerdos agradables que, de alguna manera, le provocan el deseo de satisfacer una necesidad. 

“Seducción” pasa a ser ahora la palabra importante para conquistar a los clientes o electores. El avance tecnológico está ayudando al marketing a seducirlo, ya que permite conocer el proceso que existen desde que percibimos un aroma por medio de la nariz, pasando por el nervio olfativo, hasta que llega al sistema límbico en el centro del cerebro, donde se interpretan los estímulos sensoriales y se los clasifica en agradables y desagradable. 

Cuantas veces uno se encuentra atraído por un local comercial que posee una bonita presentación con una llamativa vidriera y luces adecuadas.

Si estos elementos se refuerzan con un aroma agradable, se puede lograr que el cliente permanezca el mayor tiempo posible disfrutando de esa atmosfera y en consecuencia, crece la probabilidad de que se incline para la compra de algún artículo. 

Sin embargo, esto no es nuevo en el mundo de los negocios, en los países asiáticos es muy común, y en el mercado del perfume y la gastronomía también se ha utilizado como táctica para atraer a los clientes. 

Lo nuevo es entender y explicar en forma científica el proceso de interrelación que sucede en el cerebro de las personas desde que reciben un estimulo hasta que deciden a actuar aceptando o rechazando una oferta. 

Al inspirar un aroma se activa una parte del cerebro, el sistema límbico, que es el responsable de las emociones. 

Encontrar la fórmula correcta para lograr el aroma adecuado a la necesidad del consumidor es, hoy por hoy, un gran reto para el marketing. 

Imágenes obtenidas de resonancia magnética han demostrado que las bases neurales de la intuición se aloja en la zona del lóbulo temporal derecho del cerebro, a este centro se lo denomina “Centro Eureka”.

En el sistema límbico, el olfato, las emociones y la memoria están muy relacionados.

Estas relaciones son la base para admitir que el olfato es el más evocativo de todos los sentidos. Recordamos que el sistema límbico es el área del sistema nervioso central que regula la actividad sensomotora. Este sistema actúa como un cuadro de mando y relaciona impulsos tales como el apetito, la sed, el sexo, la memoria y el aprendizaje. 

El desafío del neuromarketing es encontrar el equilibrio entre provocar el deseo y ejercer libremente la voluntad de adquirir determinado artículo sin dañar la libertad de decidir por parte del consumidor. 

Y en este aspecto el marketing debe ser ético, justamente porque el cliente no puede evitar en forma voluntaria el hecho de recibir un aroma, por lo que, en general, termina asociando la calidad de un producto con determinado olor.

Aprovechando esta circunstancia, algunos estarían volviendo a la práctica del marketing salvaje, que en Europa provocó la reacción de los movimientos de consumidores durante el siglo pasado. 

Hay quienes se resisten al estudio y la aplicación del neuromarketing manifiestan su temor de que el consumidor sea manipulado al extremo de aumentar el pulso emocional y disminuir la resistencia racional a una compra.

El marketing olfativo se considera una nueva estrategia de posicionamiento muy importante para atraer y fidelizar a los clientes y los electores. 

Las empresas están aplicando cada vez más esta estrategia mediante la aromatización de sus productos con fragancias novedosas y poco comunes, de manera que se puedan diferenciar una a otras. Se aplican nuevas y mejores estrategias para vincular las marcas con aromas específicos por la sencilla razón de que los aromas quedan impregnados en el cerebro humano, a lo largo del tiempo, bajo la forma de emociones relacionados con el momento en el cual se percibieron por primera vez.

La percepción olfativa se procesa en las zonas del cerebro responsable de las emociones y los recuerdos, contrariamente a lo que ocurre con los estímulos percibidos por la vista y el oído, que primero van al hipotálamo y luego al cortex para ser analizados. 

El marketing olfativo se aprovecha no solo en el mercado de los jabones y perfumes, sino también en hoteles, productos como ropas o automóviles. Así mismo, su utilización es determinante en el mercado alimentario, ya que en ciertos casos sin olor los alimentos no poseerían atractivos sensoriales.

El sistema olfativo es importante para la calidad de vida. Un único olor puede desencadenar más tarde distintos recuerdos de nuestra infancia o de momentos emotivos, positivos o negativos.

Perder el sentido del olfato es una seria discapacidad: Ya no podríamos percibir las diversas cualidades de la comida ni detectar señales de alerta, como el humo de un incendio. 

El olfato es fundamental para la supervivencia de los animales, porque les permite identificar tanto el alimento deseado como el no apto para el consumo. 

El olfato es esencial para que los mamíferos recién nacidos encuentren las testillas de su madre y obtengan leche. 

Los olores también se hayan integrados con el resto de los sistemas, es normal que cuando “sentimos” un olor como el café, se nos hace la boca agua y nos den ganas de tomar café, pero que sea Sto. Dgo. de Induban. 

Por eso café Sto. Dgo. Hace su campana publicitaria olfativa, es decir que vende su fuerte aroma.
  

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