miércoles, 18 de agosto de 2021

El Bahoruco, montaña de vida y libertad

Oscar López Reyes.

El Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales ha escuchado el grito de protestas de comunitarios de Barahona -con marchas, repiques de cacerolas y comunicados-, y ha dispuesto la suspensión del transporte de productos mineros desde el Parque Nacional Sierra de Bahoruco hasta el muelle local, que esparcían un contaminante y molestoso polvillo.

Satisface con lozano reconocimiento que el titular de la citada cartera, Orlando Jorge Mera, se haya sentado a la mesa y oído a viva voz los planteamientos de respetables y preocupados ambientalistas, religiosos y otros actores sociales/populares de Barahona (agrupados en la Coalición Enriquillo) -como Leo Mercedes, Rafael Matos Féliz, Julio Vargas y Manuel de la Cruz- sobre las operaciones de Belfond Enterprise, en la loma Las Filipinas.

Esta minera norteamericana fue favorecida, el 8 de octubre de 2015, por el Ministerio de Energía y Minas con una concesión por 75 años para extraer carbonato de calcio de piedra caliza, que por el muelle de Barahona se exporta a Estados Unidos y otros países.

Estén o no Las Filipinas dentro de la zona protegida por la Ley 64-00 y 202-04 sobre la materia, tenemos que seguir poetizando y cantando, como un divo, a la montaña de nuestras añoranzas, donde brotan los ríos La Ciénaga y Bahoruco; los arroyos Brazo Seco y El Infierno, y conecta con el parque natural Padre Domingo Miguel Fuerte y otras áreas ricas en microcuencas hidrográficas.

I

“El Bahoruco,/esbelta geografía,/progenia libertaria,/leyenda que ennoblece la redondez del alma./Suelo/minerales y cielo;/rocas, ríos, manantiales,/bosques y frutas;/reptiles y aves.

“Horizonte/y dimensión de vida. /Naturaleza lírica poblada de silencios/y terrazas pintadas de verdores,/y vientos que bailan historias al compás/del honor de sus hombres.

“El Bahoruco, /encaramado/destello que explaya/su vista hacia nubes y aguas/azules y caribes. /Y contempla el mar/en el litoral donde duermen sus faldas,/que visten/de nostalgias su intenso panorama/con rumor risueño, sublime y soberano…/y soberano y libre/para adormecer y recrear/el espíritu.

“Mar comprensivo y disipador/de confidencias que del próspero/vientre de la montaña/fluyen cantarinas entre peñascos y callejones.

II

“El Bahoruco, /vegetación y espacio botánico/de herencia indígena. /Huella del pasado/y siglos de flechas/y pólvora.

“Génesis de libertad.

“Libertad entonada con romance/ por los aborígenes de Enriquillo (1519) /cuando el alba sonreía y el Sol chillaba/con su color milenario.

“Cuando el Sol recogía sus alas/y sin su mirada el universo de la sierra/se cubría de tinieblas/y los pájaros que volaban volvían/a sus nidos/y las hojas dormían y sudaban…/y las gotas caían sobre los indígenas…/y en la noche y en el día, /con las gotas de las hojas y las del Sol,/componían cánticos de libertad/ y las flechas y los dardos/ojeaban y entretejían a los españoles.

“Y se fueron los indígenas con su libertad./ Y volvieron otros y otros, por la libertad./ Volvieron los cimarrones y negros/esclavos del Africa,/que se les soltaron/a los españoles/y con su negrura y rabia se treparon más y con/su coraje elevado como la montaña/exclamaron libertad!/ y lanzaron puntas afiladas…

“Los haitianos de Toussaint, también (1802)/ y los verdinegros de Manolo (1963)/en el Pozo de los Lindos.

“Y otros y otros más volvieron por la libertad”.

Desde esta tribuna mediática, nuestro respaldo solidario en su nueva brega, esta vez por la protección de cerros y colinas naturales, a valerosos, fraternos y entrañables compañeros clubistas de la década de 1970; a viejos camaradas revolucionarios y a profesionales desarrollistas provincianos, que se entregan en cuerpo y alma por su terruño de nacimiento y su país.

En 1986 escribimos los anteriores versos, bajo el título de “Montaña de libertad y vida”, que ahora trasponemos como “Montaña de vida y libertad”. También poetizamos que “sin bosque ni río/las represas enmudecen,/y los surcos, si cantan,/cantan con sed,/erosivos. Y sus árboles yacen sin/pétalos ni frutos,/lampiños y marchitos./Así la vida no danza,/ni yo canto. ¡Qué triste sería la vida sin bosque!”

Cordialmente,

Oscar López Reyes
Periodista-mercadólogo, escritor y artículista de El Nacional,
Ex Presidente del Colegio Dominicano de Periodistas

 

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