sábado, 3 de septiembre de 2011

CHÁCHARAS DE MANCHA Y YO

Por Henry Osvaldo Tejeda Báez

Si la gente pensara bien, en lo bueno que es estar vivo, evitara mas los incomodamientos por cualquier "quítame esta paja", pues a menudo, cualquier nimiedad nos saque de nuestros cabales y ahí viene el crack del corazón, una trombosis, etc.

Hace un par de semanas, todos en mi casa salieron fuera de la ciudad y yo quede solo, no me gusta la soledad, porque no me he acostumbrado a hablar solo, si supiera que me voy a quedar solo toda la vida, aprendería a hablar solo. Yo veo por las calles gentes que no son locos y van hablando con alguien que no está a su lado. Otros, como muchos de esos estropajosos y destelengados oidores de reguetones, tu puedes verlos caminando solos hablando disparates de esos que hablan esos asesinos de la música. Pero esos parecen mas locos porque mientras hablan, van haciendo mímicas.

El Cuco mio es, cocinar, odio eso, prefiero ponerme a dieta por el o los días que quedo solo con tal de no cocinar pero, no recordaba que yo no estaba solo, ahí estaba Mancha, la perra de la casa que, aunque no es muy exigente, no puedo ponerla a ayunar como yo, sería un abuso.

Decidí hacer un locrio de Tuna con maíz; cuando estuvo listo, le serví a Mancha. ¡Ah, debo decir, que le eché picante y creo que hasta me pasé! Específicamente, Tabasco. Cuando Mancha olió la comida, me miró y luego volvió la cabeza hacia la comida pero cuando se tiró el primer bocado, me miró de una fea manera, y vi. que hacía unas muecas rarísimas.

Esas muecas solo se las he visto a los boxeadores mejicanos; antes de pelear, abren la boca como si se fueran a tragar el contrario y hasta se le notan unos cables que tienen entre la garganta y la quijada de abajo. ¡Que ridículos!

Antes de largarse y dejar la comida en el plato, Mancha me miró de una manera que yo creo saber que me quiso decir" ¡Coño, amigo, usted si cocina malo, carajo! Entonces me sucedió lo que desde el inicio, no incomodarse por nimiedades. ¡Ah, no! yo me encojoné con lo que creí que me dijo la perra y le dije:

"¡Mira, malagradecida del carajo! Yo me he fajado a cocinar porque tu estas conmigo solo, yo pude haberme ido a comer a cualquier parte buena perra, siii, eso es lo que eres, una perraaaaaa. Eso le dije, y me fui para la sala.

Pero todavía no estaba contento con todo lo que le había dicho, entonces volví al patio y le remaché: ¡Mira a ver si quieres que te de el teléfono de la pizzería, para que pidas una "completa" con muchos peperones, azarosa!
 

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