sábado, 27 de octubre de 2012

CHÁCHARAS DEL HOMBRE Y SU TELEVISOR PLASMA


Por Henry Osvaldo Tejeda

Eran las 5 de la tarde y Julio, un "echa días” cualquiera no había podido conseguir una chiripa en todo el día y al pasar por el supermercado Baratón, vio la oportunidad de coger un poco de aire frío gratis, por lo que decidió entrar. No tenía ni un chele con qué comprar nada, sólo coger fresco. ¡Qué carajos, eso no lo cobran! -Dijo para si, y entró- 

Al que compraba de 500 pesos en adelante, le daban un boleto para participar en las rifas que tenía pautada el supermercado para dentro de una semana.

Julio vio un boleto en blanco que estaba en el piso y, mirando para todos los lados, lo cogió, lo llenó, luego preguntó dónde depositarlo y le enseñaron la tómbola, donde depositó el boleto.

Luego de un buen rato cogiendo aire frío gratis, se largó a su casa.

Julio vivía a orillas del Río Isabela, en una casucha hecha de zinc viejo, latas de aceite, y de otros corotos recogidos en la calle.

La única puerta de la vivienda era tan estrecha, que no podían entrar dos personas a la vez, era más bien, un portillo donde hasta un niño entraba forzado.

A la semana siguiente, Julio recibe a un señor que, sudado y "jarto" de dar vueltas, logró encontrar su casa.
_ ¿Es usted Julio Parra?
_ El mismo que viste y calza, ¿en qué puedo engañarlo? -Bromeó Julio- _ Julio, usted se sacó un plasma en el supermercado El Baratón.
_ ¿Plasma, y qué carajos es eso?
_ Es un televisor de estos tiempos, con nueva  tecnología -Dijo el hombre-
_ ¡Mierda, coño! Ese fue el boleto que llené la semana pasada -pensó Julio-

Se pusieron de acuerdo y ya en la tarde, Julio tenía su televisor con tecnología de punta en su casa, pero, había un problema, no cabía por la puerta, era un televisor demasiado grande. No perdió el tiempo y arrancó una hoja de zinc y, caso cerrado. 

Como se alumbraba con una "jumiadora" (lámpara antigua; quinqué) de kerosene, se dedicó en las próximas semanas a buscar alambre para poder conectarse del poste de luz más cercano, que es lo mismo que decir, "robarse la luz".

Con mucho trabajo y tiempo, logró reunir el alambre necesario para conectarse de la red eléctrica, luego se conectó de manera subrepticia a la señal de televisión por cable, de la casa más cercana a su vivienda (unos 500 metros de distancia). 

En ese trajín de reunir lo necesario para conseguir alambre, conectores, etc, ya se le había ido más de un mes, pero el hombre estaba dispuesto a ver su televisor encendido a como diera lugar.

Cuando por fin consiguió todo lo necesario, se buscó a un amigo que sabía de esos asuntos para que le ayudara con la conexión.

Bajo un tremendo aguacero, el electricista logró hacerle la conexión, había un huracán batatero anunciado pero a Julio se le metió entre ceja y ceja  que no iba a de dejar de ver su televisor ese mismo día, dizque  por un simple aviso de ciclón por más batatero que fuera.

Tanto jodió al electricista, hasta que por fin (bajo un tremendo aguacero) terminó la conexión.

_ Eeey, Javier (así se llamaba el electricista), vamos a probar esta vaina, estoy que "me pelo" por ver esta maravilla. -Dijo Julio-
_ ¿E'que tu ta loco? ¡Mira to'la lluvia que ta cayendo por el ciclón que ya ta cerca de aquí!
_ No ombe, eso'e brisa na'ma. -Dijo  Julio-

A regañadientes, Javier accedió a probar las conexiones y el televisor. Todo estaba bien, pero le dijo a Julio que no encendiera el televisor hasta que pasara el huracán, porque en esa casa "llueve mas que afuera" por los boquetes de zinc tan viejo.
_ Aquí hay demasidas goteras y la electricidad no liga con el agua. Si le cae aunque sean una gota, se te va a joder el televisor por un cortocircuito. -Le dijo Javier-

La brisa y el agua arreciaron y, no pasaron ni cinco minutos de haberse ido el electricista, cuando Julio decidió encender el televisor. Una imagen nítida, parecía un cine, una belleza.

En la tele, había un militar advirtiéndoles a las personas que viven en esa zona, que salgan lo antes posible, porque el río acaba de desbordarse y corren peligro de ser barridos por ese potente huracán.

_ Coño, pero que tipo tan alarmista. No me joda él, ombe. -Dijo Julio-
Fue lo último que dijo, cuando vino a reaccionar, ya iba río abajo.



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