sábado, 5 de marzo de 2016

Un padre de familia


Por CÁNDIDA FIGUEREO -Periodista residente en Santo Domingo


Ser un padre de familia tiene una connotación muy importante porque este progenitor se convierte en un “dador” de vida, lo que intrínsecamente encierra la jerarquía de la responsabilidad de echar adelante a los hijos que se propuso traer al mundo queriendo o sin querer.

Y esas personitas pequeñas y adorables van creciendo y creciendo como un símil de nuestra existencia en sentido físico y también, muchas veces, en sentido moral. Se les ama y mima, al tiempo que les moldeamos conforme a lo que pretendemos que sean en su presente y porvenir.

Tener hijos es una responsabilidad tan sagrada como la vida misma. Usted decide si al asumir esa responsabilidad echa todo por la borda o se engrandece guiando a su prole por el camino de la responsabilidad, la humildad y el indispensable valor agregado de la formación en la escuela hasta que éste decida a que se dedicará para abrirse en su adultez.

Se trata de una responsabilidad del padre y de la madre, a pesar de que ésta lleva la carga más pesada al llevar en su vientre a esta criatura hasta su nacimiento y continuar de un modo u otro a su lado hasta el resto de sus días, porque aún en la adultez la madre siempre estará a su lado aunque sea a través de la oración cuando el hijo se marcha del hogar.

Sin embargo, como todo en la vida, hay padres que son buenos y otros que son mejores. Estos últimos tratan de estar al tanto de todos los movimientos de sus chiquillos a saber: si comen o no, si van a la escuela, si hizo la tarea, le pregunta al profesor o profesora como marchan sus hijos en las clases, chequean sus tareas, observan cuáles son sus amigos y, en fin, una retahíla de detalles.

También están los padres y madres que les da un bledo lo que hagan o no los hijos. Peor aún se los llevan a las abuelas para que los cuide o los críe, mientras ellos se dedican al placer etílico u otras diversiones “o compromisos”. No faltan los que llevan a sus hijos a esas bebentinas para que se hagan “hombres y mujeres”.

Es frecuente que las mamás lleven solas esa pesada carga, trabajando y cuidando sus muchachos. Abundan las que aún con la ausencia material y personal del “papá” logran hacer de sus hijos excelentes seres humanos con dignidad y buena formación.

No muy atrás en el tiempo, una encuesta realizada por la Oficina Nacional de Estadística (ONE) refiere que el 50% de los hogares están dirigidos por mujeres solteras. Es probable que esto haya ido en aumento.

El hecho de que esa situación precitada se de en estos lares y en otros muchos países no debe ser, jamás, un consuelo.

No siempre abunda un Facundo Cabral, quien a los 9 años de edad escapó de su hogar interesado en llegar hasta Buenos Aires para conocer al presidente de ese momento, Juan Domingo Perón, porque se decía que ese estadista daba trabajo a los pobres.

Al llegar a la capital de Argentina, Buenos Aires, a requerimiento del entonces niño Facundo Cabral un vendedor de feria le dio al menor la dirección de la Casa Rosada y le dijo que “Es muy difícil que te atienda porque los presidentes suelen ser gente ocupada; pero leí en el diario que mañana19 de noviembre va a ir a La Plata porque es el aniversario de la ciudad. Ándate ahí", Según datos de es.wikipedia.org.

Así facundo fue al lugar indicado y logró burlar el cerco policial en torno al mandatario y su esposa Eva Duarte. “Cuando un policía lo agarró para retirarlo, el presidente, que estaba saludando hacia ese lado, le dijo al policía: -"Déjelo venir"-, e hizo parar su auto descapotable que tenía un estribo al que Facundo se subió de inmediato y conversó con ambos. -¿Quería decirme algo?-, le habría preguntado el presidente. -Sí, ¿hay trabajo?-, respondió Facundo.

Ya adulto Facundo Cabral, conforme a la referencia precitada, “confesó que Eva Perón, en ese momento diría la primera "frase ética" que él escucharía en su vida, y que lo acompañaría por siempre: "Por fin, alguien que pide trabajo y no limosna". Gracias a esta conversación, logró que su madre obtuviera empleo y el resto de la familia se trasladara a la ciudad de Tandil.”.

Este ilustre argentino, Facundo Cabral, asesinado a la edad de 74 años en Guatemala el 9 de Julio de 2011, dejó con esa acción en su niñez una impronta que todo ser humano debe recordar, no pedir limosna.

Algunos se abrazan del pretexto que lleva por nombre “padre de familia” para mendigar, con lo que disminuyen su valía. Busque trabajo, y si no lo encuentras invéntese uno probo y no se manche con lo que le parece más fácil. Un verdadero padre de familia siempre encuentra alternativas sin necesidad de enlodarse, sino fajado trabajando como el mejor entre los mejores.


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