martes, 9 de febrero de 2021

El descanso/salud del Presidente

Oscar López Reyes 

El presidente de la República descuella como el único ciudadano que, en sus travesías vehiculares, es seguido por una ambulancia, sin estar enfermo. Cuando asiste a un banquete -si no lleva sus propios manjares-, un médico prueba la comida para saber si está saludable. Discretamente, para sentir primero los efectos adversos si contiene alguna partícula tóxica, la saborean miembros de su equipo de seguridad, que están prestos a desplegar un escudo humano -ante una eventual embestida- para sacrificar sus vidas en aras de la protección del jefe de Estado.

En las naciones con ausencia del flagelo del terrorismo extremista/fundamentalista o la turbación socio-política y militar, la mayor amenaza de un mandatario se escarpa en su salud, y por ese discernimiento se le reserva una casa de veraneo para yacer en el ocio. En Estados Unidos fue construida, en 1942, la mansión de Camp David, en el Condado de Frederick (Maryland), en las afueras de Washington, un parque aislado y recreativo, apropiado para la tranquilidad, la relajación y la contemplación de los gobernantes de turno.

En República Dominicana, para sustituir la casa presidencial enclavada en la avenida España, donde hoy turistea el Acuario Nacional, en 1974 el gobierno dominicano adquirió la villa presidencial de Juan Dolio, a orillas del mar Caribe, que esporádica y efímeramente fue hospedaje de los presidentes Antonio Guzmán e Hipólito Mejía, y en ella poquísimas veces pernoctaron Joaquín Balaguer, Leonel Fernández y Danilo Medina. No ha sido visitada por Luis Abinader Corona. 

Reposar y conciliar el sueño reparador son requisitos cardinales para resguardar la imprescindible salud de un presidente de la República. Si yo fuera un legislador -¡agua tata, agua mama!, presentaría un proyecto de Ley -¡Ave María purísima!- para establecer la obligatoriedad de que se tienda en la alcoba un mínimo de siete horas todas las noches, camine descalzo por las arenas de Juan Dolio, por lo menos cada 15 días, y practique yoga, la protociencia o ciencia sublime y relajante del Ser. 

¿Qué tiempo debe cerrar los ojos en la cama la máxima autoridad de un país?

Los seres humanos precisan trabajar moderadamente, el cese laboral un día a la semana, vacaciones, recreación, el juego sano/divertido, la desconexión frecuente del apresurado trepidar de la existencia terrenal, la ejercitación gimnástica, la animación en las tertulias familiares y sociales, y dormir plácidamente. Son pausas fisiológicas que alivian las fatigas físicas y psíquicas, y alejan el advenimiento de la eternidad sepulcral. 

El letargo en el camastro doncella como indispensable para restaurar, en estado de inconsciencia, la energía corporal y mental derrochada en las jornadas de trabajo o estudio; cesar el movimiento del organismo biológico, incluido el cerebro, con sus funciones palpitantes, y mantener la supervivencia.

Sin parpadear tumbado en el tálamo, el durmiente interrumpe sus contactos con el círculo exterior, pero sigue funcionando -en estado de vigilia- su estructura biológica, como el cerebro que, conforme con los médicos, producen sustancias bioquímicas que inducen al sueño, como la melotonina, la hormona del crecimiento, el cortisol y otras proteínas.

El neurofisiólogo Eduard Estivill (Barcelona, 1848), responsable de la Clínica del Sueño Estivill, y la neuróloga Mirta Averbuch (Buenos Aires, 1952), directora del Centro Integrativo de Medicina del Sueño de Buenos Aires, describen el fenómeno: “Durante el día nuestro cuerpo produce adrenalina, lo que nos mantiene despiertos y dispuestos a realizar esfuerzos físicos e intelectuales. Cuando el día se acaba, el cerebro genera entonces la hormona del sueño: la melotonina. El caudal sanguíneo de la musculatura disminuye, se reducen los reflejos, los músculos se relajan y baja la temperatura del cuerpo”.

En su registro, los dos versados adicionan que “a medida que la adrenalina y otras sustancias que nos ayudan a estar despiertos disminuyen, vamos perdiendo progresivamente lucidez. Esto no quiere decir que el cerebro se paralice. Justamente en este momento es cuando el cerebro produce más glucosa, que es como el combustible que lo hace funcionar. Esto quiere decir que el cerebro está en su máximo rendimiento aunque su trabajo se traduzca en actividad física”.

¿Cuántas horas son imprescindibles para estar saludable?

Un recién nacido duerme en demasía, y un envejeciente se acuesta cada noche en el lecho por pocas horas, lo que explica que la cantidad y calidad del sueño necesitado varía según sus genes, edad, estilo de vida y estado de salud. Los exámenes revelan que una de tres personas es víctima de insomnio.

Los estudios electroencefalográficos identifican tres tipos de sueño: el quieto, el “indeterminado o transicional” y el activo, de acuerdo con los grupos etarios. Y señalan que los adultos mayores también se despiertan con más facilidad, porque su sueño es más liviano.

Amparados en los escudriñamientos longitudinales y transversales compilados por la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos, el Instituto de Investigaciones del Sueño de España, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros organismos internacionales, podemos dividir a los seres humanos en tres categorías: 

1.- Los de “sueño largo”: duermen más de 9 horas cada día, y se estima que representan el 10% de la población mundial. Implican riesgos de salud: apatía, subida de peso corporal y alteraciones endocrinas y metabólicas. La hipersomnia o exceso de letargo entraña una alta tasa de mortalidad.

2.- Los del “patrón intermedio”: descansan en la nocturnidad entre 7 y 8 horas diarias, y aglomeran más del 80% de los habitantes del universo. Este parámetro ideal ayuda a la salud fisiológica y psíquica, y auspicia una mayor esperanza de vida.

3.- Los de “sueño corto”: reposan en somnolencia 5 horas o menos en 24 horas, y se calcula que son el 5% de los ciudadanos de la tierra. Los “dormidores cortos” reportan un bajo rendimiento, un deterioro cognitivo y una muerte prematura, más cuando intentan compensar con pastillas una “deuda de sueño inducida”. No tumbarse lo necesario en la cama, sin desvelo, se considera una epidemia mundial de salud pública. 

La siesta corta. Neurólogos, médicos del sueño y otros investigadores de la ciencia del sueño señalan que una pausa breve en el mediodía ayuda en el rendimiento laboral y en los estudios, especialmente a los que padecen de insomnio.

Las exploraciones indican que la siesta no debe durar más de 30 minutos, a fin de evitar trastornos del sueño nocturno. En una investigación efectuada en 2011, la Agencia Espacial Norteamericana (Nasa) determinó que el tiempo adecuado es de 26 minutos, y en el 2013 la Escuela de Medicina de Harvard y la Clínica Mayo coincidieron en estudios paralelos que ha de ser entre 20 y 30 minutos.

No conocemos las horas de asuetos nocturnos y diurnos, ni su calidad, de gobernantes latinoamericanos. Se evidencia que los patrones intermedios o cortos mantienen la lucidez en presidentes relativamente jóvenes, en óptimo estado de salud, vigorosos y con un optimismo desbordante y envidiable, por su positividad.

Si esos jefes de Estado descansan y duermen bien, tendrán más sosiego y equilibrio emocional para tomar decisiones con certeza, en la tirantez de tantos reclamos e intereses en pugna. La paciencia, duchada de relajada serenidad, será un muro de contención para evitar el descontrol, como un mandante de la década de 1980 que, bruscamente, se desabotonó la camisa -en un desafío inconsciente- por una pregunta decente que le formuló un periodista. Otro -que vive como un aburrido impenitente- a un archi conocido no le dio cupo en su gobierno, encarrujado en el rencor por la retentiva de una crítica sana y pasajera que le hizo antes de terciarse la banda de primer regente de la Nación. 

La preservación de la salud del jefe de Estado es una cuestión de seguridad nacional, porque representa estabilidad, seguridad y confianza. El receso en las tinieblas de 7 u 8 horas en el catre y un alto encandilado en el silencio, por lo menos semanal, adquiere rango de primera alineación, como coraza ante las desmesuradas presiones y el deseo inconmensurable de cumplir los compromisos contraídos. Así las canas y el envejecimiento prematuro aguardarán por otra temporada.

Cordialmente,

Oscar López Reyes
Periodista-mercadólogo, escritor y artículista de El Nacional,
Ex Presidente del Colegio Dominicano de Periodistas

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