lunes, 13 de marzo de 2017

En cuanto al aborto por violación



La terrible desgracia y momentos de gran sufrimiento de la mujer violada que ha quedado embarazada, no desaparecerán matando a la criatura indefensa; al contrario se le sumará otro trauma a la afligida mujer por disponer de la vida de su hijo. En gentes de amor, el aborto aún en esas duras realidades de la concepción, deja secuelas devastadoras que con el paso de los días se vuelven más inquietantes y angustiosas.

Conozco casos de violaciones en los que a pesar de las circunstancias, esos hijos han significado ser el mayor amor y bendición en la mujer y su familia o de otras familias que los han adoptado, caso este último que puede ser una de las opciones extremas (darlo en adopción, nunca matarlo).

Por un lado, abogo por el castigo ejemplarizante y merecido para los malhechores de estos macabros y salvajes actos, por otro lado, elevo mi voz para que a la mujer víctima de violación se le dé toda la asistencia sicológica y otra que sea necesaria de parte del Estado, a los fines de superar en lo posible los efectos de la agresión.

Para todos los casos de mujeres que hayan resultado embarazadas por violación, proveerle asistencia especial para la comprensión de la situación presente y futura de su estado y su criatura, pero un rotundo NO a la pena de muerte contra la criatura indefensa; nunca como solución hacerla victimaria de la criatura que llegó a su vientre en esas circunstancias, pues debemos estar muy claros en el sentido de que los hijos se forman en el vientre de las madres, pero son entes individuales, no objetos propiedad de ellas.

Si le preguntamos a los que favorecen el aborto, si ellos están de acuerdo con que establezcamos la pena de muerte en nuestro país para los culpables de hechos horripilantes (y la violación lo es), estoy seguro que la mayoría de ellos dirían que no y hablarían de derechos humanos a favor de esos antisociales, y que no estamos en una dictadura. También dirían los defensores del aborto, que pueden cometerse errores judiciales y darían cátedras sobre el arrepentimiento, regeneración y la posibilidad de reinserción social de esas bestias.

En otras palabras, se opondrían verticalmente a la pena de muerte a los mismos violadores, pero la buscan y más que eso, quieren imponer la pena de muerte para esas criaturitas indefensas, seres humanos vivos, que están temporalmente en el vientre de su madre, pero que el hecho de estar ahí, no le atribuye a la madre un poder de disposición o de eliminación como un objeto cualquiera.

Es decir, el mismo criminal tiene la oportunidad de cumplir su sanción, levantarse, pedir perdón a la mujer violada, a la sociedad y hasta al mismo hijo producto del aberrante hecho, pero la víctima indefensa e inocente, una vez decretada su muerte, nunca tendría oportunidad de consolar a su madre, ser un ente con derechos o probablemente un ciudadano ejemplar y hasta con la posibilidad de perdonar a su padre! Es pertinente recordar aquí, los incontables grandes hombres y mujeres de todas las partes y épocas que han sido producto de una violación.

No puedo dejar de apuntar que un altísimo porcentaje de los humanos es producto de un acto sexual consensuado, pero sin voluntad de procrear; peor aún, hay millones y millones de seres humanos, producto de actos de crueldad en relaciones maritales disfuncionales, con actos íntimos bajo la fuerza y el terror, verdaderas violaciones encubiertas de maridos viciosos o violentos, cuyos hijos, en principio no fueron deseados.

Finalmente, recordemos también que somos muy pasionales y solidarios en los primeros días, pero después abandonamos con su desdicha a la mujer violada, a quien le motivamos a abortar quedando con el gran remordimiento de provocarse el aborto y matar su crío, y que muchas veces no tienen otra oportunidad de ser madre.

¡No al aborto!
¡Dejémoslos vivir…!

El autor es Abogado y profesor universitario

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